Manifiesto en favor de las mujeres

Otra mas de violencia doméstica, y van... he perdido la cuenta. Hemos de hacer lo necesario para ser iguales y convivir -o al menos coexistir- en paz. He aquí una idea.

Ánimo. La eficacia demostrada por el reciente manifiesto en favor de la lengua española me anima a escribir el primer borrador de otro. Igual de importante. Más trascendente, porque afecta a derechos si cabe más fundamentales. Éste manifiesto de hombres para mujeres pretende declarar intenciones en pro de la igualdad. Y también pretende que las intenciones se conviertan en hechos concretos.

Objetivo. Me comprometo por la presente a contribuir, con todas mis fuerzas, a que habitemos un planeta de ciudadanos libres e iguales, sin que ninguno de sus atributos sea excusa para la discriminación.

Qué. Manifiesto mi intención de apoyar la esencia de la lucha contra la desigualdad, sin esconderme detrás del recurso fácil a los miembros y las miembras. Muy al contrario, haré uso de mis capacidades para combatir las razones profundas de la discriminación y sus fatales consecuencias.

Cómo. De varios modos, dependiendo de mi situación. Si soy empresario,

• Pagando el mismo sueldo por el mismo trabajo, sin importar el sexo -ni el color, ni las creencias, ni nada que no sea relevante- de quien lo realiza.
• Empleando mujeres y hombres en función de sus capacidades académicas, profesionales y humanas; no en razón de su sexo.
• Apoyando la conciliación de la vida familiar con la laboral, tanto en hombres como en mujeres. Obtendré, estoy seguro, la mejor disposición y actitud como correspondencia.
• Siendo sensible a las características físicas de la mujer, que no es culpable de tener la regla cada mes, o de quedarse embarazada para perpetuar de la especie y, de paso, para hacer posible el futuro pago las pensiones de jubilación. De los que tienen hijos y de los que no.
• Rompiendo para siempre el techo de cristal que impide el acceso de las mujeres a los cargos de responsabilidad.
• Evitando, para que la igualdad sea verdadera, la reciente creación del suelo de cristal que lleva a mujeres a los altos cargos por el hecho de ser mujeres, aunque carezcan de la capacidad necesaria. Cuotas no, méritos sí.
• Combatiendo implacablemente cualquier comportamiento chabacano, denigrante, discriminatorio o agresivo.
• Si veo a un empleado tocando el culo de una mujer, o forzándola de algún modo, actuaré de manera inmediata, terminante y ejemplarizante.
• Si veo una mujer haciendo uso de su atractivo físico para obtener ventaja en el trabajo, actuaré con la misma diligencia y ejemplaridad.

Si soy trabajador,

• Me repetiré cada quince segundos el propósito de no tratar a mis compañeras de trabajo como nada distinto de lo que son, colegas profesionales.
• Seré especialmente cuidadoso para no decir o hacer nada que moleste, intimide, avergüence o incomode a mis compañeras.
• Seré especialísimamente cuidadoso para no forzar el contacto físico, sobre todo si se trata de subordinadas. O sea, que yo tampoco tocaré el culo a nadie.
• Si la convivencia profesional me lleva a una relación personal con una compañera de trabajo, estableceré y cumpliré normas que le permitan desistir sin coacción o amenaza.

Si soy padre de familia,

• Me haré cargo de la mitad, y no menos, de las tareas del hogar. O de la parte equivalente, en el caso de que el esfuerzo laboral fuera de casa no esté compartido al cincuenta por ciento.
• Yo sí que tocaré el culo, pero solamente el de mi pareja. Seguro que ella tocará el mío con la misma alegría y semejante divertimento. Igualdad en estado puro.
• Jamás usaré la violencia. Ni física, ni verbal, ni psicológica, ni mediopensionista. Ninguna.

Si soy padre divorciado,

• Seré tratado en virtud del principio de igualdad ante la Ley que suele brillar por su ausencia en los procesos de separación. No se asumirá automáticamente que la madre se queda con los hijos, la casa y los enseres. En función de las circunstancias particulares, se compartirá la responsabilidad de la convivencia con los hijos, o el progenitor más adecuado se hará cargo sin importar su sexo.
• Jamás usaré la violencia. No abundo en el tema.

Si soy cualquier otra cosa,

• Respetaré a las mujeres. En todo momento y lugar.
• Jamás usaré la violencia. Que no.

Cuándo. Ya.

Por qué. Porque esto no es Kioto, puede uno comprometerse solemnemente a comportarse de éste modo sin necesidad de quitarse la corbata o subir el aire acondicionado. Solo hay que bajar los humos de superioridad mal entendida, y renunciar a "la maté porque era mía", que ya va siendo hora.

Cuánto. Es gratis.

Exordio final. Firme el presente manifiesto dejando un comentario favorable en el artículo. O discrepe, si es su voluntad. Seguro que colabora en su perfeccionamiento.