Osos perdidos y tiroteados en costas islandesas debido al deshielo, crisis petrolífera y barriles de crudo que alcanzan precios desorbitados, la muerte de Simone Ortega y sus 1080 recetas de cocina, la selección española gana el campeonato de Europa ¡el mundo está patas arriba! Pero, si eres tan egocéntrico que todo esto te importa un carajo, si vives, o estás de paso, en pleno infierno madrileño estos meses de verano. Si llevas bigote y usas bombín, Caixaforum Madrid organiza una exposición que no puedes perderte: una completísima retrospectiva de la obra/vida de Sir Charles Chaplin.
The Kid
Charles Chaplin fue un hombre dividido en dos personajes: él mismo y su propio Charlot. Muchos no le reconoceréis sin su chaqué, su bombín y el maquillaje. Y menos mal, porque tras Charlot encontramos a un Chaplin tiránico, sombrío y megalómano que se granjeó grandes enemistades dentro y fuera del mundo del cine. Un Chaplin que guardaba un odre debajo de la cama, tras la silla de director, en la sala de montaje, y en el que se vertía ocasionalmente para después beberse a sí mismo. La personalidad y su genio.
La exposición, aunque no carece de formalismos, ilustra como el personaje de Charlot el eterno The Kid-, y por extensión el propio Chaplin, evolucionan psicológicamente a lo largo de su carrera/vida. Que, bajo la mirada del que suscribe, nunca dejaron de ser la misma cosa. Para ello se reúnen un conjunto de 250 fotografías, de proyecciones (fragmentos de película en pequeño y gran formato, quizá lo más atractivo de la exposición), de cartelería original y de revistas, todo organizado en cinco largos y apasionantes capítulos de recorrido obligatorio.
Cito textualmente un artículo leído en Internet sobre la exposición: Sam Stourdzé ha tomado como punto de partida los archivos familiares para explicar la trayectoria del artista, las claves de su éxito y su contribución al nacimiento de una nueva imagen del hombre del siglo XX.
Supongo que la contribución al nacimiento de una nueva imagen del hombre del siglo XX se refiere a la creación plástica de la figura del antihéroe (del loser si fueras amigo mío), ya defendida, evidentemente con otras connotaciones, por Dostoievski en obras como El idiota o Noches Blancas. Y adoptada con maestría, dentro de las innumerables obras que subliman al héroe americano, por personajes como Marty el simpático carnicero un loser hecho y derecho-, Woody Allen o Paul Newman en el buscavidas.
Les recomiendo los ejemplos que he citado, el loserismo como forma de vida y, claro está, la exposición que organiza Caixaforum Madrid sobre Charles Chaplin, que nos mira desde el cielo mientras toca el culo a alguna chica. Ese genio diablo.
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