Este domingo, según Sofres, sólo vieron el partido 14,5 millones de espectadores. ¿Ustedes creen que no lo siguió todo el país? La Eurocopa abre el debate sobre la fidelidad de las audiencias. El audímetro a examen.
Imagen de uno de los más de 3.500 audímetros repartidos por el territorio nacional.
Si el EGM, a través de sus encuestas, hubiera preguntado a los españoles si siguieron por televisión la final de la Eurocopa, la cifra de audiencia media del partido superaría de calle los 30 millones de seguidores.
Sin embargo, es Sofres AM, empresa que lleva desde 1993 con su sistema de medición de audiencias vía audímetro, la que nos ha robado a la mitad de aficionados (14,5 millones de españoles, según sus datos, de los más de 42 millones que vivimos en el territorio nacional).
Este es un dato que, al igual que nuestra selección de fútbol, ya ha hecho historia. Sobre todo porque esta es la prueba evidente que pone en duda este sistema de medición aceptado por cadenas y anunciantes, pero que obviamente no representa al público en su totalidad.
En España hay más poco más de 3500 audímetros, de los que casi 400 están en Madrid. Según los datos de la final, casi el 90% de la Comunidad Madrileña estaba viendo el partido, mientras que tan sólo poco más del 70% lo seguía en Cataluña.
No sé de nadie tenga un audímetro en casa (ni siquiera que se lo hayan propuesto) y le pase información a los tan reputados medidores.
Será que soy y tengo amigos muy elitistas, pero no me imagino a alguno de mis colegas permitiendo que entre en su piso el aparato. Ni borrachos. ¿Se imaginan a un catedrático de ética, un arquitecto, un médico, un escritor, un científico o un pintor con el audímetro en su casa?
No, ¿verdad? No existen. Por lo general, estos 3.5000 hogares seleccionados por Sofres dependen de gente que acepta el embrollo de tener en casa el bicho y de trabajar para él, con puntualidad y eficacia.
De lo contrario, el aparatito de Sofres comenzará a pitar de manera insoportable. Algunos que lo tienen, inventan los datos en función de los programas que más les agradan.
Por ejemplo, si hay un audímetro en un piso de estudiantes forofos a Muchachada Nui, estos aseguran que en esa casa lo están viendo más de cinco personas (asignándole una letra del mando a cada invitado invisible). Lo mismo pasa con las marujas que siguen ¿Dónde estás corazón? , y con la audiencia, por ejemplo, que aupaba a Javier Sardá cada noche entre gritos e insultos que aseguraban la selección de los botones del audímetro superando el 30% de la cuota de pantalla en la mayoría de sus sesiones.
Pero dense cuenta que más de la mitad de los españoles se levantaba a trabajar a las 8 de la mañana, y a estos nadie les preguntaba si habían aguantado viendo el show nocturno la noche anterior. Seguramente, no, y sin embargo Sardá se mantuvo dando la misma murga durante cinco años. Audiencia marciana.
¿De verdad se cree alguien que ese individuo que acepta vivir con un medidor representa a todo un país? Pongamos (por poner una cifra alta) que 6000 señores como este (frente a los millones de televidentes) son los que deciden las audiencias. No me extraña, en ese caso, que sinónimo de share sea cutrerío.
¿Hay algún medidor que distinga entre VER y MIRAR la tele? El público del cine o del teatro sí es fiel de verdad porque paga por VER una película o una obra en cuestión. La tele, en cambio, esa pecera de colorines y sonidos, sólo se MIRA la mayor parte del tiempo y miente el que diga lo contrario. Me parecen dos cosas muy diferentes que los que mandan no tienen (o no quieren tener) en cuenta.
A excepción de los catalanes que emplean el verbo mirar para decir que están viendo la televisión, ¿no es sorprendentemente casual que TV3 sea la única televisión pública de contenidos respetables y cosecha a su vez de excelentes datos de audiencia?
Si estas audiencias fueran ciertas (es evidente que la final de la Eurocopa la vio más gente) estamos condenados de por vida a soportar lo que una mayoría, cada vez más aborregada e inculta, nos imponga.
No le quito la razón a la mayoría, sino que digo que es necesario que se instrumenten vías de hacer llegar el conocimiento a esas mayorías. La televisión pública debería proporcionar esto.
El final de la Eurocopa, y sus escasos datos, han abierto el debate para cambiar este sistema de medición, obsoleto, que no sabe adaptarse con fiabilidad a las nuevas tecnologías.
¿Quién no tiene entre sus favoritos programas o series sacrificados por el audímetro en los últimos años?
Series: El grupo, Vientos de agua, El ala oeste de la casa blanca Programas: Un dos tres (A leer esta vez), Peta Zetas, Réplica, La noche Americana
Esperamos vuestros ejemplos. Porque tu criterio, lo que el audímetro nunca te preguntará, también cuenta. ¡A por ellos!
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