Un año más Alemania se ha colado en la final de un campeonato de selecciones de alto nivel. Sea Eurocopa o Mundial, apostar por Alemania es apostar sobre seguro. Su espíritu competitivo les hace estar siempre en lo más alto. Con mejores o peores generaciones de futbolistas, con mejor o peor juego, con más o menos suerte, los alemanes van pasando rondas hasta que, sin que nadie sepa muy bien cómo la mayoría de las veces, se plantan en la final.
Beckenbauer lideró durante los años 70 a la mejor Alemania de la historia
El partido que disputarán esta noche contra España será la sexta final europea de Alemania. Teniendo en cuenta que la Eurocopa que se está disputando en Austria y Suiza es la decimotercera, la marca impresiona. Ha estado presente en casi la mitad de las finales. No sólo es el equipo que más finales ha disputado, sino también el que más Eurocopas ha ganado. Tres títulos (1972, 1980 y 1996) jalonan su historial. Tampoco su palmarés mundialista desmerece en absoluto. Es también la selección, junto a Brasil, que más finales ha disputado. Hasta en siete ocasiones ha jugado el último encuentro del campeonato, ganando tres de ellas, y en otras tres ocasiones se quedó en la semifinal.
Desde su primera gran victoria en el Mundial de Suiza en 1954 los alemanes no han abandonado la aristocracia futbolística, a diferencia de otras selecciones, que han tenido un comportamiento guadianesco en función de las diferentes generaciones de jugadores. En aquel Mundial de Suiza Alemania ya mostró lo que ha sido una constante a lo largo de la historia: lograr la victoria contra equipos superiores. La Hungría de Puskas, Czibor y Kocsis era indudablemente el equipo que mejor juego había desplegado en aquel torneo, pero cayó en la final ante una defensiva Alemania, capitaneada por Fritz Walter. En las ediciones posteriores no lograría repetir título, pero siempre llegaba a las fases nobles de la competición. Semifinalista en 1962 y 1970, y finalista en 1966, siendo derrotado por la anfitriona Inglaterra.
En aquel equipo finalista en Inglaterra ya brillaban jugadores como Beckenbauer y Overath, que serían actores principales en la triunfal Alemania de los años 70. El tercer puesto en el Mundial de 1970 sería un preludio de lo que vendría después. En 1972, la que probablemente sea la mejor selección alemana de la historia consiguió la victoria en la Eurocopa disputada en Bélgica, con un equipo donde formaban jugadores como el meta Maier, Schwarzenbeck, Vogts, Beckenbauer, Breitner, Netzer, Hoeness, o Muller. Un auténtico equipazo que arrolló a la URSS en la final y sería la base de la selección durante los siguientes años. Dos años después, el equipo ganó el Mundial disputado en casa, aunque esta vez sin la misma brillantez, siendo la Naranja mecánica holandesa la vencedora moral por su fútbol total. En la Eurocopa de 1976 el lanzamiento de penalti de Panenka impidió a los teutones lograr su segunda Eurocopa consecutiva.
En la siguiente década Alemania mantuvo su lugar en la élite. En la Eurocopa italiana de 1980 Alemania se llevó el titulo con un equipo de futuro. Jubilada la generación de los 70, Schumacher, Stielike, Briegel, Rummenigge, Allofs o Schuster eran las nuevas estrellas. Este equipo salvo Schuster, que no volvería a la selección por desavenencias con el técnico y algunos compañeros- sería finalista en los Mundiales de 1982 y 1986, perdiendo sendas finales contra la Italia de Rossi y la Argentina de Maradona.
Tras dos finales mundialistas perdidas, en 1990 Alemania consiguió la victoria en el Mundial de Italia con un fútbol efectivo pero aburridísimo. En aquella selección destacaba la clase de Lottar Mattheus y el instinto goleador de Klinsmann. Junto a ellos, el portero Illgner, los defensas Brehme y Kohler y el delantero Rudi Voller, con Hassler y Littbarski aportando calidad al conjunto. En los siguientes años llegaron a otras dos finales de Eurocopa, con derrota ante Dinamarca en 1992 y victoria ante Chequia gol de oro incluido- en 1996. A pesar de que la competitividad alemana le ha permitido mantenerse en la brecha en los últimos años, tanto el juego como el talento de los jugadores germanos ha sufrido un paulatino descenso.
En 2002 fue su última final mundialista, perdida contra la Brasil de un renacido Ronaldo. Desde la retirada de Mattheus, Klinsmann, Effenberg o Hassler han surgido pocos futbolistas del nivel de las clásicas estrellas teutonas. Alemania siempre fue un cuadro fuerte y rocoso, pero siempre tuvo también tres o cuatro jugadores de calidad excepcional. Ahora sólo Ballack puede que no desentonara en un equipo junto a Beckenbauer, Overath, Muller, Rummenigge, Schuster o Mattheus. Y ni tan siquiera esto es seguro. A pesar de ello, Alemania siempre es peligrosa. Llevan la competitividad en los genes. Confiemos en que no sumen su cuarta Eurocopa. Al menos, de momento.
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