Iniciativa pública, al alcance de todos, para uso de los ciudadanos particulares. Mi imaginación recorre a toda velocidad la pista. En pleno despegue, alguien aclara que esto va a ocurrir en China. Pérdida instantánea de altura. Batacazo contra el suelo. No es cuestión de hacer apología de un Gobierno comunista que ha hecho del tiro en la nuca una triste rutina.
El susto del día, visto en el carrusel de noticias de un informativo televisivo.
Puestos a soñar... ¿Qué ocurriría si, de repente, el virus de la eficiencia afectara a las aletargadas administraciones públicas? Imagine el titular: "Una horda de funcionarios infectados se pone a trabajar y saca a pública subasta la ejecución de un proyecto de wi-fi público con cobertura nacional"
¿Habría perjudicados? Me parece que no. Las operadoras se presentarían al concurso. El desarrollo de la red, con cargo a los presupuestos generales del Estado, crearía actividad económica como para sacarnos de la crisis... perdón, señor Presidente, de la desaceleración progresiva del gradiente emancipatorio de la cabra montesa.
¿Habría financiadores privados? Claro. Todas las empresas sueñan con el marketing de proximidad, que consiste en mostrarte anuncios útiles en función del área en que te encuentras. Casi ninguna puede lanzarse en serio por el coste del despliegue de la red necesaria.
¿Quién controla la calidad? El propio usuario lo haría, de manera inadvertida y transparente. Cada vez que alguien realiza un intento de conexión y éste es infructuoso se registraría un incidente. Lo mismo ocurriría cada vez que alguien pierde la conexión o su cobertura es mala. Adicionalmente, el excelente plantel de técnicos de la Administración del Estado podría montar un sistema de control de la red que no dependiera de los proveedores de la misma.
¿Habría beneficiados? Por supuesto. Todos nosotros. Siempre que la definición del proyecto llevase escrito con grandes caracteres lo de ciudadanos libres e iguales, de manera que se evitase el sempiterno abandono del ámbito rural, el constante maltrato en función de la comunidad de residencia, el uso político del invento, etcétera, etcétera.
Despierta, querido. Ésto es España, la nación cada vez más inexistente. China nos adelanta por la derecha y nosotros seguimos normalizando amiguismos, nepotismos y complejismos. Nos gastamos el dinero en zarandajas nacionalistas mientras que otros se montan una wi-fi nacional.
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