Recuerdos de la Eurocopa: el gol de Alfonso

Hubo un tiempo (qué lejano parece ya) en que la selección española no pasaba de los cuartos de final en las grandes competiciones. Campeonato tras campeonato el equipo se estrellaba una vez tras otra en la barrera que precede a las semifinales. Así sucedió en la Eurocopa de 2000 que se celebraba en Holanda y Bélgica. En la eliminatoria fatídica se cruzó en nuestro camino la Francia de Zinedine Zidane. El desenlace es conocido. El penalti fallado por Raúl entró de lleno en la historia negra del equipo nacional. Pero pocos días antes los aficionados españoles habíamos vivido uno de los momentos más emocionantes de la historia de nuestro fútbol.

Camacho en la Euro 2000. Litros de sudor

La Eurocopa de 2000 se presentaba en un buen momento para España. Una gran fase de clasificación con juego brillante había alentado las esperanzas de el aficionado. José Antonio Camacho había reunido un conjunto de jugadores talentosos que se encontraban en la plenitud de sus carreras, como Raúl, Mendieta, Valerón, Salgado o Helguera. Todo ello aderezado con la veteranía de Hierro, Fran y Guardiola, y el gran momento de forma de Munitis. Era el momento de Raúl, que, en palabras de Camacho, debía tirar el carro.

Las buenas expectativas se torcieron en el primer partido. Noruega aprovechó una deficiente salida de Molina para adelantarse en el marcador y lograr la victoria. En el siguiente encuentro la selección cumplió venciendo a Eslovenia y se plantó en el tercer partido con la necesidad de vencer a la Yugoslavia de Mijatovic, Djuckic y Milosevic.

Fue un partido de continuas alternativas. El primer tiempo acabó con empate a uno, goles de Milosevic y Alfonso. Al poco de la reanudación Govedarica adelantó a los balcánicos, pero Munitis empató de nuevo un minuto después con un golazo. En el minuto 63 la expulsión de Jokanovic situaba el partido de cara para los nuestros. Sin embargo, España no era capaz de marcar y a falta de quince minutos Komljenovic situaba el 3-2 en el luminoso.

España necesitaba dar la vuelta al marcador para pasar a cuartos. Los minutos pasaban y, pese al asedio de los hombres de Camacho, no llegaba el gol. En el minuto 90 Mendieta empataba al convertir un penalti cometido sobre Abelardo. Casi no quedaba tiempo. España se lanzó a tumba abierta. En el último minuto del descuento Guardiola se hace con un balón en la medular. Levanta la cabeza y otea el área donde una melé de jugadores luchan por hacerse sitio. El balón colgado por el mediocampista del Barça describe una parábola y cae en el área, donde se alza la espigada figura de Urzáiz para matar la pelota con la testa. El balón bota dentro el área y Alfonso engancha una volea con la izquierda al fondo de las mallas. Gol, victoria y pase a cuartos. No quedaba tiempo para más.

Pocos días después, Zidane y compañía apartaban a España de la lucha por el título. Los franceses, que ya habían ganado dos años antes el Mundial, redondeaban el palmarés de una gran generación de jugadores: Zidane, Djorkaeff, Thuram, Desailly, Henry, Deschamps. Para España, la Eurocopa de 2000 no sólo será recordada por el penalti fallado de Raúl, ni por las camisas sudadas de Camacho. Será recordado, fundamentalmente, por un momento mágico: el gol de Alfonso.