Petróleo: Prohibido especular

La obstinación del ser humano es el motor de su desarrollo y la fuente de sus males. En el empeño por obtener más y más beneficio, la minoría dirigente se autodestruye y arrastra, a su vez, a la indolente y pasiva masa que compone el resto de la especie humana. Anoche soñé que esta tendencia se rompía por obra y gracia de un gobernante responsable, decidido y valeroso. Fue un bonito sueño, sucedido por un amargo despertar.

Todos los objetos que el atolondrado hombre occidental considera de valor -las materias primas, los combustibles, los productos de primera necesidad y cualquier otra cosa escasa y atractiva- están sometidos a la presión creciente de la especulación.

En lenguaje "financiero fino" esto se llama mercado de futuros. Es éste un veneno de dos componentes: Uno, la habilidad para predecir el precio del barril en un plazo determinado. Dos, la liquidez necesaria para pagar por una opción de compra de un barril que jamás se adquirirá efectivamente.

Por este absurdo procedimiento se puede duplicar el precio del petróleo en unos meses. Tras de semejante barbaridad se encadenan todas las demás. El encarecimiento inducido de casi todo será testigo de la ruina de la clase media occidental, y particularmente de la española. Ésta es especialmente vulnerable por su reciente endeudamiento ladrillero.

Los sueldos no suben desde los tiempos de maricastaña. Los nuevos ricos de la economía del euro (es decir, los que pudieron repercutir las subidas a otros más débiles) se quedarán finalmente sin clientes. La hipoteca dejará los bares y restaurantes sin clientes, los comercios sin compradores, las gasolineras sin automóviles. La banca, que nunca pierde, batirá su récord histórico en número de morosos y tamaño de la deuda.

En mi sueño, sin embargo, nada de ésto ocurrió. Un gobernante con determinación, valor y escrúpulos detuvo la sangría, llevando los precios a su lugar y convirtiéndose en látigo de especuladores. Gastó el dinero de mis impuestos en eliminar nuestra dependencia de los hidrocarburos y fomentó decisivamente la sostenibilidad.

Entre otras minucias, peleó contra los futuros del mercado de los combustibles como paso previo a su desuso. Logró que la inspección de las administraciones públicas impidiera los turbios manejos de los distribuidores de alimentos, convirtiendo sus desmanes en un beneficio razonable. Evitó la demagogia que supone el arrinconamiento de la energía nuclear. Paró el sinsentido de la proliferación de molinillos en los campos. Invirtió en investigación para que lo de las energías renovables dejara de ser un brindis al sol de la campaña electoral.

Lo malo es que me desperté.