20 de mayo de 1998. Real Madrid y Juventus de Turín juegan en el Amsterdam Arena la final de la Copa de Europa. En el minuto 21 del segundo tiempo, con el 0-0 inicial aún en el marcador, un balón centrado por Panucci y despejado por la defensa llega a Roberto Carlos, que se encuentra en la esquina del área. El brasileño propina un zurdazo y el balón, tras rebotar en Iuliano, es controlado por Mijatovic en el área pequeña. El delantero montenegrino regatea al portero con el pie derecho y con un toque sutil con el izquierdo envía el esférico hacia el interior de la portería, haciendo inútil el esfuerzo de Montero por despejar de cabeza.
Mijatovic celebra el gol en presencia de Seedorf y Redondo
Hoy se cumplen diez años de aquel mágico gol de Mijatovic que dio al Madrid su séptima Copa de Europa. La temporada del Real Madrid estaba siendo nefasta. El equipo había deambulado con más pena que gloria por el campeonato de Liga. El técnico, Jupp Heynckes, no había sido capaz de armonizar un vestuario con demasiados egos. Sin embargo, en la competición europea había conseguido superar eliminatorias sin demasiada dificultad. En cuartos de final había eliminado al Bayer Leverkusen y en semifinales se había deshecho de otro equipo alemán, el entonces vigente campeón Borussia de Dortmund.
Así las cosas, el Madrid se presentaba en Amsterdam como víctima propiciatoria. Enfrente se encontraba la todopoderosa Juventus, que había jugado las dos últimas finales y se quería resarcir de la derrota frente al Borussia el año anterior. Un poderoso equipo dirigido por Marcello Lippi, con una eficaz y férrea defensa y un formidable trío atacante formado por Del Piero, Zidane e Inzaghi. Enfrente, un Real Madrid, que pese a su mediocre temporada tenía un plantel de indiscutible calidad. La solvencia defensiva de Hierro y Sanchís, las galopadas por la izquierda del incansable Roberto Carlos, el oficio y calidad de Fernando Redondo, el talento de Seedorf y Mijatovic, la constancia de Raúl, el olfato de gol de Morientes; todo ello permitía al aficionado madridista soñar con el título.
El encuentro fue disputado, tenso, con más emoción que fútbol. Sin demasiadas ocasiones, como suele suceder en las finales. El Madrid, que empezó flojo, fue haciéndose paulatinamente con el control del encuentro. Hasta que llegó el gol de Mijatovic en el minuto 66. Desde este momento hasta el final el equipo español supo controlar el partido. Sólo una clara ocasión de Davids inquietó al portero madridista Illgner. Pocos minutos después, Sanchís, último representante de la Quinta del Buitre, alzaba la Copa que tantas veces se le había negado a aquella mítica generación de jugadores.
El Madrid volvía a ganar la Copa de Europa 32 años después. Demasiado tiempo para el club más laureado de Europa. Toda una generación de madridistas no había visto a su club conseguir el máximo galardón europeo. Hasta que una noche de mayo de 1988, Mijatovic se hizo con un balón en el área pequeña, regateó al portero con el pie derecho, y con un toque sutil con el izquierdo envió al Madrid de vuelta al Olimpo europeo.
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