De esta muñeca desafiante nos seduce la contundencia con la que clava sus tacones afilados en la piel de sus trofeos. Seguro que no hacía falta que usaras el angular para que nos creamos que sus piernas son interminables, pero te lo perdonamos porque nos ha encantado este triángulo equilátero que has compuesto para encerrar a esta caperucita feroz.
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