Son muy distintos: las facciones finas, proporcionadas y armónicas de Paul contrastan con la cara tosca de Bardem, los ojos azulísimos del americano con los oscuros del español, el porte de jugador de rugby de Bardem nada puede hacer al lado de el cuerpo de Paul. En una cosa sí que le gana: mientras Bardem recogió su Oscar el año pasado, en su segunda nominación, Paul tuvo que esperar hasta los 62 para que le dieran uno por una película, 'El color del dinero', aunque ya le habían dado el honorífico.