Podía haber sido, pero se torció. Brad Pitt es un guapo guapo. Vale, un poco más cursi y más horterilla que Paul -ver foto-, pero guapo. Y buen actor. Casado con Jennifer Aniston durante cinco años parecía una pareja como la de Newman y Woodward: estable y tranquila. Y de pronto le dio por coleccionar niños, pilotar avionetas, ponerse sombreros extraños y viajar por el mundo como vaca sin cencerro y aquí estamos, con noticia diaria de los brangelinos. Paul Newman nunca se hubiera subido a ese carro.