Los flashes se comen a Cospedal pero los compromisarios prefieren a Aznar. Rabiosamente verde, la nueva secretaria general ha preparado su aparición estelar. De cara a los medios, claro. La presidenta del PP de Castilla La Mancha ha esperado a que todos sus compañeros de la Ejecutiva hubieran tomado asiento, se hubieran saludado más o menos efusivamente, y cuando los fotógrafos estaban hartos de disparar las cámaras y la sesión arrancaba, se ha subido al estrado. Los flashes la aturdían pero ella mantenía el tipo. Debería haber sido la protagonista del día pero aquí el único que ha provocado que el auditorio en pleno se pusiera en pie y rompiera en aplausos ha sido José María Aznar. No cabe duda de que sigue siendo el guía espiritual popular. Aquí dentro, en el epicentro del partido, existe un mundo que no se corresponde necesariamente con el que los medios se empeñan en vender. A Mª Dolores de Cospedal la prensa la quiere en sus telediarios, en sus portadas, porque las caras nuevas tienen tirón. Sin embargo, los afiliados le sienten y se emocionan con Aznar como si fuese un santón. A Cospedal, la ejecutiva la ha recibido con simpatía pero sin calor. Aznar causa un respeto reverencial. El único presidente del PP que se ha sentado en la Moncloa, al que nadie se gira a mirar cuando camina por la calle, sigue siendo el rey del partido.