Esta habitación es un ejemplo de hasta qué punto el ser humano puede hipersofisticar hasta sus funciones más naturales. El dormitorio garantiza tecnológicamente una noche reparadora mediante sensores que identifican las etapas del sueño y adaptan la temperatura y la iluminación en consonancia. Al despertar, una luz brillante se encarga de que el despertar sea menos traumático. Para colmo, el colchón sabe hacer masajes de aire relajantes.